Photography is a way of life for Graciela Iturbide (b.1942): a means of seeing and understanding Mexico and its beauty, challenges, and contradictions. Her photographs tell a visual story of her country since the late 1960s; a nation in constant transition, defined by the coexistence of the historical and the modern. Capturing everyday life and Mexico’s cultures, rituals, and religion, they nevertheless transcend documentary. They call attention to the rich syncretism and diversity in Mexican society, as well as its inequalities, with intense personal and poetic lyricism. Iturbide finds refuge behind the camera, and she uses it as a tool to engage with the world, to learn, to interact, to live, to heal, and to mourn. For her, the camera is an instrument of sharing, making visible what to many is invisible.
La fotografía es una forma de vida para Graciela Iturbide (b. 1942): un medio que le permite ver y comprender México y su belleza, sus desafíos y contradicciones. Sus fotografías cuentan una historia visual de su país desde finales de los años setenta sesenta: una nación en constante transición, definida por la coexistencia de lo histórico y lo moderno. Aún cuando capturan la vida cotidiana, las culturas, los rituales y la religión de México, las fotografías trascienden lo documental, pues llaman la atención sobre la riqueza del sincretismo y la diversidad, así como sobre las desigualdades que existen en la sociedad mexicana, además de expresar un intenso lirismo personal y poético. Iturbide se refugia detrás de la cámara y la utiliza como una herramienta para relacionarse con el mundo, para aprender, interactuar, vivir, sanar y sufrir el duelo. Para ella, la cámara es un instrumento que le permite compartir, hacer visible aquello que, para muchos, es invisible.
From early on in her career, Iturbide embraced photography as a way to engage in a profound exploration of her country. Her works from the 1970s and early 1980s reveal Mexico’s hybrid culture, acutely observing its contrasts and complexities. Iturbide’s photographs also highlight her attraction to the unusual geometries of Mexico City and her keen eye for the unexpected. Through images of striking details and startling associations in the urban landscape, she draws new connections and gives new meaning to visuals found throughout the city.
Desde los primeros años de su carrera, Iturbide adoptó la fotografía como una forma de emprender una profunda exploración de su país. Sus fotografías de las décadas de 1970 y principios de 1980 revelan la cultura híbrida de México y muestran con inteligencia sus contrastes y complejidades. Las imágenes de Iturbide también ponen de relieve la atracción que la fotógrafa siente por las inusuales geometrías de la Ciudad de México y su agudeza visual para lo inesperado. A través de detalles llamativos y asociaciones sorprendentes en el paisaje urbano, establece nuevas conexiones y asigna nuevo significado a imágenes halladas por toda la ciudad.
Occasionally, Iturbide titles her photographs with symbolic religious references, adding layers of meaning to her work. Here, the reference to the Immaculate Conception adds a new dimension to the image by describing the girl, or possibly the vampire, as being free from moral impurity.
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Ocasionalmente, Iturbide titula sus fotografías con referencias religiosas simbólicas, añadiendo de esta manera capas adicionales de significado a su obra. En este caso, la referencia a la Inmaculada Concepción añade una nueva dimensión a la imagen, al describir a la joven, o posiblemente la vampira, como un ser que carece de impureza moral.
The term “pachuco” comes from the United States, where it was first used in the early 1940s to describe flashy young Mexican-American zoot suiters. Pachuco style became fundamental to twentieth-century Mexican identity. This dapper urban man smokes a cigarette in front of a shuttered store. Taken while Iturbide was a student, it shows the range of subjects she covered, foreshadowing her long career of delving into Mexico’s ethnic complexities and overlapping, coexisting identities.
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El término “pachuco” proviene de Estados Unidos, donde se utilizó por primera vez en los años cuarenta para describir a los llamativos jóvenes mexicano-estadounidenses que vestían al estilo zoot suit. El estilo pachuco pasó a ser fundamental para la identidad mexicana del siglo XX. Este elegante hombre de la ciudad fuma un cigarrillo frente a una tienda cerrada. Tomada mientras Iturbide era todavía estudiante, la fotografía muestra la variedad de temas que la artista cubriría, adelantando su larga carrera de indagación de las complejidades étnicas y las identidades superpuestas y coexistentes de su país.
Across Mexico, communities commemorate both joyous and sorrowful histories, and celebrate themselves, through the cultural phenomenon of the fiesta. Since the mid-1970s, Iturbide has traveled throughout Mexico to observe and memorialize the nuances, mysteries, and revelations of different fiestas. Her photographs capture the collision of multiple worlds, past and present, tradition and modernity, and the links between religion, mysticism, and paganism. Singular moments captured by Iturbide provide a sense of a larger festive ambiance.
En todo México, las distintas comunidades se celebran a sí mismas y rinden homenaje tanto a las historias felices como a las tristes por medio de fenómenos culturales como la fiesta. Desde mediados de los años setenta, Iturbide ha viajado por México para observar y conmemorar los matices, misterios y revelaciones de las distintas fiestas. Sus fotografías capturan la colisión de diversos mundos, del pasado y el presente, de tradición y modernidad, así como los vínculos entre religión, misticismo y paganismo. Los momentos individuales capturados por Iturbide transmiten la sensación de un ambiente festivo más amplio.
Juchitán, a small city in the state of Oaxaca, is home to one of the most purely indigenous populations in Mexico, predominantly people of the Zapotec culture, where women are known for their economic, political, and sexual independence. In 1979, painter Francisco Toledo invited Iturbide to take photographs for the cultural center he had founded there. It was the start of an important relationship and creative partnership between Toledo and Iturbide, as well as the beginning of Iturbide’s immersion in the Juchitán community.
Juchitán, una pequeña ciudad en el estado de Oaxaca, es hogar de una de las poblaciones más puramente indígenas de México, predominantemente miembros de la cultura zapoteca, cuyas mujeres son conocidas por su independencia económica, política y sexual. El 1979, el pintor Francisco Toledo invitó a Iturbide a tomar fotografías para el Centro Cultural que había fundado allí. Aquel fue el comienzo de una importante relación y colaboración creativa entre Toledo e Iturbide, así como el principio de la inmersión de la fotógrafa en la comunidad de Juchitán.
Juchitec society is a distinct culture within Mexico, owing not only to the dominant role women play in many facets of daily life but also to the society’s openness to muxes—men who dress as women, a Zapotec gender status reputed to have existed for centuries. Muxes are a historical part of the indigenous culture, and while men are excluded from certain rituals, activities, and places, muxes traditionally are not. Iturbide’s photographs of a muxe named Magnolia speak to her ability to relate to individuals throughout the community.
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La sociedad juchiteca es una cultura distinta dentro de México, no solo debido al papel dominante que desempeñan las mujeres en muchos aspectos de la vida cotidiana, sino también a la apertura que la sociedad muestra hacia los muxes, es decir los hombres que se visten como mujeres, un estatus de género zapoteca conocido por haber existido durante siglos. Los muxes forman parte histórica de la cultura indígena, y aunque los hombres están excluidos de ciertos rituales, actividades y lugares, los muxes tradicionalmente no lo están. Las fotografías que Iturbide toma de una muxe llamada Magnolia son prueba de su capacidad para relacionarse con personas de toda la comunidad.
Iturbide saw Zobeida Díaz as she made her way to the market, carrying, as iguana sellers sometimes do, her wares on her head. The artist asked if she could photograph her. This unforgettable image has become part of the visual-cultural heritage of the city and beyond, appropriated by Juchitecans, Chicanos, artists, critics, and even Hollywood. The community later erected a statue of their heroic figure in downtown Juchitán.
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Iturbide vio a Zobeida Díaz de camino al mercado, cargando, como a veces lo hacen las vendedoras de iguanas, su mercancía sobre la cabeza. La artista le preguntó si podía fotografiarla. Esta imagen inolvidable se ha convertido en parte de la herencia visual y cultural de la ciudad e incluso más allá, ya que se han apropiado de ella juchitecas, chicanos, artistas, críticos e incluso el mundo de Hollywood. Más tarde, la comunidad erigió una estatua de su heroica figura en el centro de Juchitán.
The Seri live in the Sonoran Desert of northwestern Mexico, along the Gulf of California near the U.S.–Mexico border. In 1979, with anthropologist Luis Barjau, Iturbide stayed with the Seri community for more than two months, recording their lives with her camera, particularly their forced adaptation to modern life, which began in the 1940s. Commissioned by the Mexican government, the Seri project was initially designed to document the once-nomadic indigenous population. Yet in her works Iturbide moves beyond documentation: embracing an empathetic approach to photography, she seeks to see and learn through her subjects’ eyes. The first of her many extended stays with indigenous communities, Iturbide’s experience with the Seri reveals her early desire to know her own country deeply, and to increase her awareness of Mexico’s diversity.
Los Seris viven en el desierto de Sonora, al noroeste de México, a lo largo del Golfo de California y cerca de la frontera con los Estados Unidos. En 1979, Iturbide, junto con el antropólogo Luis Barjau, permanecieron en la comunidad seri durante más de dos meses, registrando sus vidas con la cámara, en particular, su adaptación forzada a la vida moderna que comenzó en los años cuarenta. Encargado por el gobierno mexicano, el proyecto seri fue diseñado, en principio, para documentar a esta población indígena que alguna vez fue nómada. Sin embargo, Iturbide en su trabajo va más allá de la documentación: adoptando un enfoque de empatía con la fotografía, la artista busca ver y aprender a través de los ojos de sus sujetos. La experiencia de Iturbide con los Seris, que fue la primera de sus muchas estadías prolongadas con comunidades indígenas, revela su deseo prematuro por conocer su propio país en profundidad y por incrementar su conciencia sobre la diversidad mexicana.
This ethereal photograph presents a seemingly contradictory image. A woman in traditional Seri dress heads down to the empty desert plain holding her boom-box, a reminder of the technological and material influence of the United States on the indigenous culture. The title transforms the figure into a celestial being: we cannot see her face, and she appears to be flying into another realm, arms spread and hair blowing in the wind.
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Esta fotografía etérea presenta una imagen aparentemente contradictoria. Una mujer, vestida con el atuendo tradicional seri, se dirige con su radiograbadora en mano a la vacía llanura desértica, la cual funciona como recordatorio de la influencia tecnológica y material de los Estados Unidos sobre la cultura indígena. El título transforma la figura en un ser celestial: no podemos ver su rostro y parece estar volando hacia otra dimensión, con los brazos extendidos y el cabello ondulando con el viento.
At their own request, the Seri women painted Iturbide’s face as they did their own, a sign of her acceptance into the community. Iturbide did not seek to exoticize or mimic the practice. This self-portrait marks her own self-interrogation and integration with her role as a photographer in the indigenous community.
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A iniciativa propia, las mujeres seris pintaron el rostro de Iturbide de la misma manera en que se pintan el propio, como una señal de su aceptación en la comunidad. Iturbide no buscó exotizar o imitar la práctica. Este autorretrato marca su propia autointerrogación e integración dentro de la comunidad indígena con su papel como fotógrafa.
Each year in the Mixteca region of Oaxaca, in south-central Mexico, tens of thousands of goats are slaughtered. The month-long ritual dates back to colonial times, when Spanish landowners first contracted Mixtec Indians to butcher their animals for sale, paying them only in goat entrails and hooves. In 1992, Iturbide traveled to La Mixteca. The images she made at the Hacienda Santa Maria in El Rosario reveal a carnal reality that Iturbide likens to both a sensual and a biblical experience.
Cada año, en la región mixteca de Oaxaca, ubicada en la zona sur central de México, se lleva a cabo el sacrificio de decenas de miles de cabras. Este ritual, que dura todo un mes, se remonta a la época colonial, cuando los terratenientes españoles contrataron por primera vez a indígenas mixtecos para que mataran a sus animales para la venta, pagándolessolo con las entrañas y las pezuñas de las cabras. En 1992, Iturbide visitó La Mixteca. Las imágenes que tomó de la Hacienda Santa María, en El Rosario, revelan la realidadcarnal que Iturbide equipara con una experiencia tanto sensual como bíblica.
In Mexico, death encompasses a rich cultural and visual landscape. Its rituals of honoring of the dead offer a way to remember lost loved ones and ancestors. The annual Day of the Dead celebration liberates participants to focus on living. Funeral processions and other rites foster bonds among people and preserve collective memory Iturbide sees death’s presence in everyday life: in the street, at festivals, in the cemetery. Her images are symbolic explorations of loss and mourning that represent and relieve her own grappling with death. Indeed, Iturbide believes that through photographs one can conquer death.
En México, la muerte abarca un vasto panorama cultural y visual. Los rituales en que se honora a los muertos ofrecen una manera de recordar a los seres queridos y los ancestros ya difuntos. La celebración anual del Día de Muertos permite a los participantes a enfocarse en la vida. Las procesiones funerarias y otros ritos fomentan lazos entre las personas y preservan la memoria colectiva.Iturbide ve la presencia de la muerte en la vida cotidiana: en la calle, los festivales y el cementerio. La artista entiende el acto de fotografiar como un proceso de sanación, como un conjunto de exploraciones simbólicas de la pérdida y el duelo que representan y alivian su propia lucha con la muerte. De hecho, Iturbide cree que por medio de las fotografías uno puede conquistar la muerte.
From sublime skies full of birds to close-up portraits of them in trees, Iturbide’s photographs present birds from near and far, dead and alive. She captures them flying together, as if in a rhythmic dance or natural ritual. For Iturbide, birds represent the search for self and symbolize the ultimate contemplative soul. She describes birds as being inside her, and her images of them are intimately linked to her own emotional journey toward overcoming loss.
Desde el cielo sublime repleto de pájaros hasta retratos en primer plano sobre los arboles, las fotografías de Iturbide presentan a los pájaros de cerca y de lejos, vivos y muertos. La fotógrafa los captura volando en bandada, como si fuera una danza rítmica o un ritual natural. Para Iturbide, los pájaros representan la búsqueda del propio ser y simbolizan el máximo espíritu contemplativo. La artista describe los pájaros como seresque la habitan, y sus imágenes se encuentran íntimamente relacionadas con su propio viaje emocional hacia la superación de la pérdida.
In 1998, Iturbide was invited by Francisco Toledo to photograph the new Ethnobotanical Garden in Oaxaca, one of Mexico’s most biodiverse regions. By design, the garden tells the story of the relationship between the Oaxacan people and their native plants; the founders enlisted local gardeners and healers to facilitate the collection of specimens and to develop protocols for treating plants in need of special care. Iturbide’s portraits of cacti show the plants receiving medical care, with IVs, splints, and other types of treatment. She views those plants, with their unexpected shapes and thorny branches tied with rope or burlap, as sculptures. Some aging and some ailing, they represent suffering and resilience at the same time, their unique forms rich with symbolic meaning.
En 1998, Francisco Toledo invitó a Iturbide a fotografiar el nuevo Jardín Etnobotánico de Oaxaca, una de las regiones más biodiversas de México. El jardín se diseñó para contar la historia de la relación entre el pueblo oaxaqueño y sus plantas nativas; los fundadores emplearon jardineros locales y curanderos para facilitar la colección de especímenes y para desarrollar protocolos para el tratamiento de las plantas que necesitan un cuidado especial. Los retratos de cactus de Iturbide muestran a las plantas recibiendo tratamiento médico, con catéteres por goteo intravenoso, férulas y otros tipos de tratamiento. La fotógrafa ve esas plantas, con sus formas inesperadas y sus ramas espinosas atadas con cuerdas, como esculturas. Estas plantas, algunas viejas y otras heridas, representan al mismo tiempo el sufrimiento y la resistencia, con sus formas únicas repletas de significado simbólico.
When Frida Kahlo died in 1954, her grief-stricken husband, muralist Diego Rivera, took her personal belongings and locked them in her bathroom in her home, the Casa Azul, in Mexico City. Fifty years later, the space was finally opened, and Iturbide was commissioned to photograph it. Through Iturbide’s photographs, we enter into the legendary painter’s private life and encounter a composite portrait of Kahlo’s suffering and resilience. Both Iturbide and Kahlo have seen their art as a form of therapy and escape. Through this project, Iturbide grapples not only with the cultural and symbolic legacy of the painter, but with her own legacy as well.
Cuando Frida Kahlo murió en 1954, su afligido esposo, el muralista Diego Rivera, tomó sus pertenencias y las guardó bajo llave en el baño de su casa, la Casa Azul, en la Ciudad de México. Cincuenta años más tarde, el espacio por fin se abrió y Graciela Iturbide fue comisionada para fotografiarlo. Por medio de las fotografías de Iturbide, se nos permite entrar en la vida privada de la legendaria pintora y encontrarnos con un retrato compuesto del sufrimiento y la fortaleza de Kahlo. Tanto Iturbide como Kahlo han visto su arte como una forma de terapia y evasión. Por medio de este proyecto, Iturbide se enfrenta no solo al legado cultural simbólico de la pintora, sino también a su propio legado.
In this intimate self-portrait, Iturbide puts herself in Kahlo’s place, showing her own suffering feet after a recent operation, pressed up against the end of Kahlo’s bathtub, below the two handles and faucet. The photograph evokes one of Kahlo’s famous paintings, What the Water Gave Me (Lo que el agua me dio, 1938), in which her two manicured feet rest against the end of a tub as surreal images float on the surface of the bathwater.
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En este íntimo autorretrato, Iturbide se pone en el lugar de Kahlo, mostrando sus propios pies, afligidos tras una reciente operación, presionados contra el extremo de la bañera de Kahlo, por debajo de la llave y las manivelas. La fotografía evoca una de las famosas pinturas de Kahlo, Lo que el agua me dio (1938), en la que sus dos pies, con las uñas pintadas, descansan contra el extremo de la bañera a la vez que unas imágenes surrealistas flotan en el agua de la tina.
For more on Graciela Iturbide’s Mexico, please see the exhibition catalogue from MFA Publications.
Graciela Iturbide’s Mexico is organized by the Museum of Fine Arts, Boston.
Presentation of the exhibition at NMWA is made possible by RBC Wealth Management and City National Bank with additional support provided by the Sue J. Henry and Carter G. Phillips Exhibition Fund and Agnes Gund.
The museum extends appreciation to the Embassy of Mexico and the Mexican Cultural Institute in Washington, D.C.